
El Presidente y su comitiva fueron agredidos durante una recorrida de campaña. Por el hecho hay dos detenidos.
En una conversación con jesuitas de Hungría, al evocar el caso de dos curas secuestrados durante la dictadura, dio detalles de cuando, en 2010, debió declarar por esto en un juicio. “Algunos en el Gobierno querían cortarme la cabeza”, indicó.
NacionalesEn una conversación que tuvo con 32 jesuitas de Hungría en su reciente viaje a este país, ante una pregunta, el papa Francisco evocó cuando, siendo cardenal y arzobispo de Buenos Aires, durante la presidencia de Cristina Kirchner, en 2010, debió declarar en un juicio por el secuestro de dos jesuitas -Orlando Yorio y Francisco Jalics (de origen húngaro)- durante la dictadura.
“Algunos en el Gobierno querían cortarme la cabeza, y sacaron a relucir no tanto este asunto de Jalics, sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura”, dijo el Pontífice, que no mencionó a nadie ni puso fechas, según la transcripción de la conversación difundida hoy por La Civilitá Cattolica, la prestigiosa revista de los jesuitas de Italia, cuyos textos suelen ser aprobados por el Vaticano.
“Entonces, me llamaron a juicio. Me dieron la posibilidad de elegir el lugar en el cual realizar el interrogatorio. Elegí hacerlo en el episcopio. Duró 4 horas y 10 minutos. Uno de los jueces insistía mucho en mi modo de comportarme. Yo siempre respondí con la verdad. Pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon. Al final, se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jalics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda”, agregó el Papa, que reveló que uno de los jueces, años más tarde, cuando ya él era Papa, le contó sobre las instrucciones que pretendieron darles. “Habían recibido indicaciones del Gobierno para condenarme”, relató, según le contó el juez.
Se refirió, así, a cuando, luego de una serie de notas del periodista Horacio Verbitsky que lo acusaban de haber “entregado” a Jalics y a Yorio, el 8 de noviembre de 2010 el entonces arzobispo Bergoglio declaró en un despacho de la curia como testigo en el marco del juicio por la ESMA. En esa ocasión, relató cómo, en 1976, intercedió ante la dictadura para que liberaran a los religiosos, al reunirse con el general Jorge Rafael Videla y con el que era su número dos, el almirante Emilio Massera, ante quienes reclamó por la vida de los curas.
Entonces, Bergoglio tenía 40 años y era el superior provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina.
Durante su entrevista con los jesuitas de Hungría, que tuvo lugar el 29 de abril pasado, en la nunciatura de Budapest, ante una pregunta sobre este caso y las acusaciones que le siguieron, que crearon una suerte de leyenda negra sobre su supuesta complicidad con la dictadura -cuando, al contrario, es sabido que entonces ayudó a muchísima gente a escapar del país-, el papa Francisco reconoció que fueron tiempos duros. “Cuando Jalics y Yorio fueron apresados por los militares, la situación que se vivía en Argentina era confusa y no estaba para nada claro qué se debía hacer. Yo hice lo que sentía que tenía que hacer para defenderlos. Fue una situación muy dolorosa”, subrayó.
Recordó, además, el contexto. “Los padres Ferenc Jalics y Orlando Yorio trabajaban en un barrio popular, y trabajaban bien”, subrayó, sin mencionar el Bajo Flores y al precisar que Jalics había sido su padre espiritual y confesor durante los primeros dos años de teología.
“En el barrio en que trabajaba había una célula guerrillera. Pero los dos jesuitas no tenían nada que ver con ellos: eran pastores, no políticos. Pero fueron hechos prisioneros, siendo inocentes. No encontraron nada con que acusarlos, pero tuvieron que cumplir nueve meses de cárcel, sufriendo amenazas y torturas. Luego fueron liberados, pero estas cosas dejan heridas profundas”, admitió. “Jalics vino a verme inmediatamente, y charlamos. Yo le aconsejé ir a ver a su madre a Estados Unidos. La situación era realmente demasiado incierta y confusa”, evocó. “Después surgió la leyenda de que había sido yo el que los había entregado para que fueran encarcelados”, lamentó, al recordar que hace unas semanas la Conferencia Episcopal Argentina publicó dos tomos, de los tres previstos, con todos los documentos relacionados con lo que ocurrió entre la Iglesia y los militares. “Ahí está todo”, destacó, al aludir a “La verdad los hará libres”.
Francisco también contó que, siendo Papa, volvió a ver en el Vaticano a dos de los jueces del juicio a la ESMA. “Uno de ellos junto a un grupo de argentinos. No lo había reconocido, pero tenía la impresión de haberlo visto. Lo miraba y lo miraba, y me decía: ‘A este lo conozco’. Me dio un abrazo y se marchó. Lo volví a ver una vez más, y se presentó. Le dije: ‘Merezco ser castigado cien veces, pero no por ese motivo’. Le dije que estuviera en paz con esta historia. Sí, merezco ser juzgado por mis pecados, pero sobre este punto quiero ser claro”, relató. “Vino también otro de los tres jueces y me dijo claramente que habían recibido indicaciones del Gobierno para condenarme”, acusó.
El papa Francisco también recordó que cuando se fueron los militares, Jalics le pidió permiso para volver a la Argentina y hacer un curso de ejercicios espirituales. “Lo hice venir, e incluso celebramos una misa juntos. Después lo volví a ver como arzobispo y luego también como Papa: vino a Roma a verme. Siempre habíamos tenido esta relación”, precisó. “Pero cuando vino a verme al Vaticano la última vez, vi que sufría porque no sabía cómo hablarme. Había una distancia. Las heridas de esos años pasados permanecían en mí y en él, porque los dos vivimos esa persecución”, confesó. “Jalics era un buen hombre, un hombre de Dios, un hombre que buscaba a Dios, pero fue víctima de un entorno al que no pertenecía. Él mismo se dio cuenta. Era el entorno de la guerrilla activa en el lugar donde él se desempeñaba como capellán. Pero en la documentación que ha sido publicada en dos tomos, podrán encontrar la verdad sobre este caso”, insistió.
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