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Un análisis realizado por el equipo de Datos de TN muestra cómo fue avanzando el fuego durante el verano sobre más de un millón de hectáreas, y qué sucedió con la flora y la fauna a medida que fueron pasando los meses.
NacionalesLos incendios que se desataron el último verano en Corrientes arrasaron con la mitad del Parque Nacional Iberá y quemaron más de un millón de hectáreas en todo el territorio provincial.
Un trabajo de investigación a partir de imágenes satelitales y con presencia en el lugar, muestra cómo avanzó el fuego y cómo se fue recuperando parte de la vegetación en los cinco meses siguientes.
En el caso de la fauna, fueron publicados los datos preliminares del relevamiento “Transectas Iberá” -realizado en forma conjunta por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), la Dirección Nacional de Biodiversidad; el Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA); la Dirección Nacional de Parques Nacionales, y la Fundación Vida Silvestre-, que registró 275 carcasas de vertebrados que murieron por fuegos.
Pero además, hubo muchos animales desplazados durante semanas de sus hábitat naturales. “Nos topamos con animales corriendo. Vimos carpinchos, víboras -algunas que recién terminaban de alimentarse y no alcanzaban a salir por el peso de la comida-, vimos que se destruyeron por completo proyectos como el del guacamayo a los que se les quemaron los nidos. Era triste entrar al parque y ver todo quemado”, relataron Horacio Verón y Daniel Sosa, brigadistas que trabajaron incansablemente durante semanas para combatir los focos de incendio.
Muchos vertebrados e invertebrados de poblaciones de fauna silvestre, incluyendo especies amenazadas, no pudieron escapar de las llamas que se apoderaron primero de los pastizales y malezas y, luego, de los bosques, hasta alcanzar incluso los esteros, los bañados y los valles aluviales.
Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), entre enero y febrero en Corrientes se quemaron 1.042.514 hectáreas, lo que representa el 11,7% de la provincia. Sin embargo, la peor parte se la llevó el Parque Nacional Iberá: el fuego arrasó con el 48,9% de su superficie (93.976 hectáreas).
“Si bien el impacto fue muy grande, hay fuertes indicadores de recuperación”, aseguró Manuel Jaramillo director de la Fundación Vida Silvestre. Las imágenes satelitales y la constatación en el lugar lo confirman, pero lo que más preocupa son los bosques, tanto cultivados como nativos, a los que les demandará más tiempo hacerlo regenerarse.
Todas las esperanzas están puestas en la primavera, cuando la vegetación podrá mostrar todo su esplendor.
Una recuperación temprana
A través del uso de imágenes satelitales del Sentinel-2, el equipo de datos de TN calculó el porcentaje del territorio que presenta indicios de una vegetación sana igual o superior a la mediana del 2021.
Si bien no se puede tener una medida exacta se estimó que, para finales de mayo, el 60,7% (634,275 ha) de las zonas quemadas de Corrientes y el 81,3% del Parque Nacional Iberá presentaron indicios de recuperación temprana en base a la vegetación del 2021.
Esto no significa que las zonas se hayan recuperado en su totalidad, sino que presentan fuertes indicios de una primera recuperación, en términos de las características de la vegetación que puede capturar un satélite. Un verdadero análisis de los efectos y recuperación post-fuego requiere de una evaluación a más largo plazo y de la consideración de otros factores, como la fauna local.
Proyecto Transectas, un relevamiento para conocer el impacto sobre la fauna
El Proyecto Transectas es un estudio colaborativo, que busca evaluar el impacto de los incendios sobre la fauna, particularmente en los vertebrados, a partir de una técnica llamada distance sampling.
Entre enero y marzo un equipo conformado por más de 30 personas recorrió 190 kilómetros de áreas quemadas y fue documentado las carcasas de animales afectados por el fuego, descartando los que habían muerto antes de la llegada de las llamas, por ejemplo por la sequía.
Los datos recabados fueron cargados en una App, diseñada especialmente para registrar la información geolocalizada en el terreno y generar automáticamente una base de datos.
De acuerdo con este relevamiento -que por el momento cuenta con datos preliminares, con una investigación aun en desarrollo- en los Esteros del Iberá, las áreas más severamente afectadas fueron el Sector Norte (Galarza), el corredor Mburucuyá-San Roque, Colonia Carlos Pellegrini, Lomada de Caa Catí a Mburucuyá y el Corredor Iberá-Mburucuyá, que protegen especies amenazadas y/o en peligro de extinción.
Albergan aves como el yetapá de collar, la monjita dominica, el tachurí coludo, los capuchinos, el atajacamino ala negra y el águila coronada, entre otros, y en estas áreas se reintrodujo además el guacamayo rojo y de muitú, y se restauraron las poblaciones de oso hormiguero y pecarí de collar. Además, allí viven poblaciones de ciervos de los pantanos, aguará guazú, monos carayá y grandes concentraciones de carpinchos y diferentes anfibios y reptiles endémicos.
“Se detectaron 275 animales afectados por los incendios, principalmente mamíferos medianos, y también muchísimas especies de reptiles y anfibios pequeños, que les cuesta mucho escapar rápidamente de los incendios”, contó Mariana Raño, Doctora en Biología y técnica de la Dirección Regional NEA de la Administración de Parques Nacionales, que formó parte del equipo.
Cinco meses después, la naturaleza lucha contra las cenizas
Las imágenes satelitales y los datos recabados en el lugar son esperanzadores, pero los especialistas coinciden en que hay que darle tiempo a la naturaleza para que logre superar un golpe tan fuerte.
“En estos meses, el ecosistema volvió a restablecerse, a restaurarse naturalmente, porque está adaptado al fuego, pero la magnitud de estos incendios fue mucho más grave. Bajo los esteros hay muchísima materia orgánica y eso se sigue quemando con el tiempo; por eso, para que vuelva a generarse toda esa vida en ese ecosistema, también demandará mucho tiempo”, aseguró Raño.
Jaramillo, que recorrió con Vida Silvestre los esteros, coincidió en que ya se pueden ver “brotes y plantas germinando y hay una vegetación herbácea que está cubriendo el área quemada” y que “eso protege a los árboles de las heladas del invierno y de las insolaciones del verano”.
Pero lo que primero volvió a regenerarse fueron los pastizales, que necesitan del fuego para crecer con más fuerza. Es un ambiente muy resiliente y la resiliencia es diferencial dependiendo del ambiente: los pastizales son capaces de restaurarse inmediatamente”, explicó Raño.
El desafió ahora es que, como se destruyeron por el fuego muchos alambrados, el ganado no entre a esos ambientes en busca de los brotes verdes y pisotee los pastizales que están empezando a crecer.
“En los bosques hay gran cantidad de plantines que algunos pueden ser llevados a otro lugar dentro de ese mismo bosque o a un bosque cercano para que, utilizando la misma genética, se potencie la fuerza de la naturaleza y se haga un buen manejo de la regeneración, pero deben ser protegidos del acceso del ganado”, dijo Jaramillo.
En el caso de los animales, señaló que en la zona también “la fauna es muy resiliente”.
Metodología utilizada en las imágenes satelitales
Las fotos presentadas en esta nota son mosaicos de Corrientes sobre imágenes satelitales de Landsat-8. Se generaron sobre el algoritmo simpleComposite de Google Earth Engine, para colecciones de imágenes de a rangos mensuales. En un solo caso (diciembre 2021, para el panorama de la reserva), se extendió el plazo a 60 días, por falta de datos suficientes para generar la imagen en su totalidad. Se tomó como escala base 1px = 100 m2.
Sobre la estimación de zonas quemadas, se replicó de manera exploratoria el estudio del INTA sobre la superficie quemada por los incendios, al 27/02/2022, en la provincia de Corrientes. Para ello se utilizaron imágenes del dataset: “Harmonized Sentinel-2 MSI: MultiSpectral Instrument, Level-1C”, provenientes del Satélite Sentinel-2 a una escala de 1px = 20m2.
Trás procesar las imágenes y calcular el índice Normalizado de Área Quemada (NBR), se procedió a clasificar por umbral, entre zonas quemadas y no quemadas, de manera unitemporal.
Por último, para calcular la recuperación temprana se utilizó el índice de tiempo medio de recuperación (HRT), presentado en este estudio, que expresa un indicador moderado de la velocidad inicial de recuperación, relacionada a características propias al tipo de vegetación y condiciones climáticas inmediatamente posteriores al fuego. Sobre imágenes del Sentinel-2, se midió el valor mediano del índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) para el 2021 sobre las zonas quemadas por los incendios, y se clasificó por umbral (en base a este valor) sobre imágenes a ritmo mensual desde febrero del 2022.
El código utilizado y una explicación en más detalle se puede ver acá.
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