A un año del primer caso de coronavirus en Argentina, habló el "paciente cero"

El 3 de marzo de 2020 anunciaban que se había detectado el primer caso positivo por COVID-19 en el país. Claudio Ariel P. había regresado de un viaje laboral a Italia. Cómo transitó la enfermedad.

Nacionales 03 de marzo de 2021

claudio ariel p

Hace un año, el empresario Claudio Ariel P. fue noticia en todo el país. Aquel 3 de marzo de 2020, el hoy ex ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, acompañado por la entonces secretaria de Acceso a la Salud y actual ministra de la cartera, Carla Vizzotti, y por el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, anunció en conferencia de prensa que la Argentina había detectado el primer positivo por COVID-19, el virus SARS-CoV-2 surgido en Wuhan, que ya se propagaba con fuerza en China e Italia.

“Tenemos el primer caso de coronavirus confirmado en el país. Es un paciente importado, que viene de Italia, estamos trabajando como desde el primer día, cumpliendo con todos los protocolos”, detalló el funcionario. Todavía, faltaban unos días para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase la pandemia. En ese momento, la realidad era muy distinta: los Estados Unidos contabilizaba solo 107 contagios; Canadá, 27; Ecuador, 7; México, 5; Brasil, 2 y República Dominicana, 1. Doce meses más tarde, los números son impactantes: en la actualidad, el país norteamericano encabeza el ranking global con más de 28,6 millones de positivos y 514.000 muertos, según la Johns Hopkins University.

P., quien había llegado de Europa pocos días antes, se convertía así en el paciente cero, es decir, en la primera persona diagnosticada por coronavirus en nuestro país, en un contexto en el que aún era muy poco lo que se conocía del tema. Por entonces, la Argentina ya había activado el protocolo para el seguimiento de los casos dudosos en el Aeropuerto de Ezeiza, pero faltaba poco más de un mes para que se impusiera como obligatorio el uso de tapabocas.

Cuando el empresario, de entonces 43 años, que había estado de viaje por cuestiones laborales en España, Hungría e Italia (este último, un país que comenzaba a transitar la emergencia sanitaria, contando ya más de 3300 contagiados), comenzó a sentirse afiebrado, se dirigió a la clínica Swiss Medical Center, ubicada en el barrio porteño de Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires. Allí le hicieron estudios y, por protocolo, quedó aislado. Al día siguiente, fue trasladado al sanatorio Agote y transitó la enfermedad con un relativo buen estado clínico y sin mayores sobresaltos. Tanto así que, como dato de color, grabó un video que se hizo viral en el que se lo podía escuchar preguntándole a una enfermera si podía comer sushi durante su internación. Recibió el alta en 10 días.

En un mano a mano exclusivo con Infobae, P. recordó cómo fueron aquellos días y compartió sus consejos.

— Fue la primera persona en ser diagnosticada por COVID-19 en la Argentina. ¿Qué sensaciones recuerda de ese momento?

— Era medio raro tener la enfermedad cuando no se sabía qué era lo que te podía pasar. Pero estaba tranquilo porque, una vez que llegué a Swiss Medical, me habían hecho los estudios y ya los parámetros me daban todos bien; después, cuando me hicieron el PCR y me detectaron que tenía COVID-19, pregunté cómo iba a ser esto, teniendo la enfermedad, qué podía pasarme, porque no sabía nada, y me dijeron que inmunológicamente estaba muy bien, que me quedara tranquilo, que no me iba a pasar nada. Así que lo pasé bien, sin complicaciones de nada.

— ¿Tuvo miedo?

— No, no. No porque estuve siempre bien, tranquilo. Nada.

— ¿Cómo fueron esos días, cuando se enteró que tenía COVID-19?

— Estuve trabajando en Milán, en una exposición de moda, y ahí, cuando llegué nadie sabía nada del virus, no había ni barbijos, ni alcohol en gel. La exposición se había hecho normalmente. Estuve bastantes días trabajando. Después, viajé a Barcelona. Pero nunca me sentí mal: trabajaba 10 horas por día, caminaba, estaba con energía, estaba bien. En el vuelo de regreso a Buenos Aires no sentí nada, porque dormí 12 de las 14 horas. Pero, cuando bajé del avión, tenía toda la remera transpirada y me pareció medio raro. Entonces, por precaución, pero en ningún momento pensé que pudiera ser por COVID-19, fui directo a hacerme ver. Mi vuelo habrá llegado a las 8 y yo a las 9 ya estaba en Swiss Medical. Y, como expliqué que venía de Milán, por las dudas, me hicieron el PCR. Y el 3 de marzo al mediodía detectaron que tenía coronavirus y que era el primer paciente con la enfermedad en el país.

— ¿Cómo y dónde cree que se contagió?

— Para mí, en Milán, porque el epicentro de la enfermedad había pasado ahí y durante el viaje estuve rodeado de mucha gente. En la exposición había miles de personas. Después viajé a Barcelona, pero ya sobre el regreso. Así que calculo que me contagié en Italia.

— ¿El síntoma solamente fue fiebre? ¿Perdió el olfato o el gusto?

— No, nada de eso. Una transpiración, que habrá sido fiebre, durante el vuelo, que no me di cuenta. Después, cuando llegué a Swiss Medical, me tomaron la temperatura y tenía 39º y una tos seca -aunque no mucho- y apenas un dolor de garganta. Me quedé cuatro horas en Swiss Medical y luego ya no tuve ningún otro síntoma. Ni siquiera me dieron un antigripal para bajar la temperatura. Pasé los 14 días en perfecto estado.

— ¿Le quedó algún tipo de secuela?

— No. Estoy bien y de salud, también. No tuve secuelas. Hago deportes todos los días.

— ¿En algún momento se imaginó que se iba a convertir en un emblema de la pandemia en la Argentina?

— No. Pero, lamentablemente, me tocó a mí. Le podría haber tocado a cualquiera. Estoy tranquilo porque hice las cosas como las tenía que hacer: llegar y hacerme atender.

— Su círculo íntimo le habrá hecho muchísimas preguntas, del tipo “¿Cómo me doy cuenta si tengo COVID-19?”

— A la gente que me preguntaba le iba contando. Pero lo mío fue mínimo. Después, me fui enterando de que otras personas lo tuvieron más complicado. Ahora, yo no tuve ni dolor de cuerpo ni pérdida del olfato.

— ¿En su familia hay adultos mayores?

— Sí, mi mamá y mi papá. Pero ellos están bien.

— ¿Cuál es su consejo para la gente?

— Lo obvio: a ver, me tocó como algo que, para mí, fue asintomático. Pero hay que cuidarse porque cada organismo actúa de una forma diferente y nada, hay gente que termina con respirador o a la que le quedan secuelas. Es algo serio.

— Mientras estuvo de viaje, ¿cómo era el comportamiento de la gente en Europa? ¿Se cuidaba? ¿Estaba más distendida?

— No, cero. Nadie usaba nada. Nadie usaba barbijo, ni alcohol en gel ni nada porque no había pandemia. Yo viajé y tuve la enfermedad antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que se pasaba de una epidemia a una pandemia. Entonces, ahí todos hacían vida normal. Los bares y los restaurantes estaban abiertos, todo era normal. Después, cuando me fui de ahí, empezó a cerrar todo.

— ¿Entonces usted cree que se contagió en Milán sin darse cuenta porque, obviamente, no se tomaban los recaudos?

— Es más, si había que tomar recaudos como ahora, la exposición no se hacía. Son exposiciones muy grandes, muy importantes de la moda, no se iban a hacer. Pero se había hecho todo como siempre: el Fashion Week normal, la exposición de moda. Después, creo que el Fashion Week se había cancelado, luego de cinco días que ya empezaba a haber bastantes casos. Pero al principio todo fue normal. Si no, no hubiera viajado.

— Usted es joven, vital, hace ejercicio, se cuida. Sin embargo, sigue utilizando el barbijo.

— Me sigo cuidando, obviamente. Es normal esa nueva modalidad.

— ¿Sus anticuerpos cómo están?

— Todavía tengo anticuerpos. Me hago estudios en el Conicet todos los meses, análisis de sangre, que ahí estoy a disposición de ellos para hacer ese estudio. Justo hace 10 días me hicieron uno y todavía me detectan anticuerpos. No quiere decir que toda la gente los siga teniendo. Algunos pueden tenerlos un mes, dos meses, tres meses.

— Cuando le toque, ¿se va a vacunar?

— Obvio, sí. De hecho, siempre me doy la vacuna antigripal.

— Esta es una más.

— Sí, es una más.

— El consejo sería ese para toda la gente.

— Claro.

— Por ahí a muchos jóvenes a los que les cuesta quedarse más aislados en casa.

— Si a los 16 años te decían que te quedaras en casa, ¿cómo lo veías?

— Pero, ¿su consejo hoy es decirles a los chicos que esperen un poquito?

— Sí, obvio. Siempre hay que cuidar al mayor.

— Claro, el padre, la madre.

— Cómo le hacés entender a los chicos.

— No se los puede retener.

— Es imposible.

— ¿Algo más que quiera aconsejar?

— Lo que todos sabemos: hay que cuidarse. Después, quería agradecer mucho a la gente por cómo me trató. Ya lo había hecho en otra oportunidad: a la gente del Ministerio, que me llamaba permanentemente; a los vecinos de acá, que son unos fenómenos; a los médicos, infectólogos, que todo el tiempo se preocupaban, y seguían haciendo estudios. La verdad es una maravilla.

— Desde su punto de vista, ¿nuestros abuelos y padres deberían ser los primeros vacunados?

— Exactamente. Y los médicos.

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