De Flores al Vaticano: la vida de Francisco, el cura del barrio que llegó al trono de Pedro

Nacido en Buenos Aires en 1936, Jorge Bergoglio fue químico, portero, maestro, jesuita, arzobispo y finalmente Papa. Una historia argentina con destino universal.

Murió el Papa Francisco I

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Antes de ser Francisco, fue Jorge. El chico de la calle Membrillar en Flores, el nieto de inmigrantes piamonteses, el fanático de San Lorenzo que vendía entradas para la cancha. Años después, el mismo muchacho se convertiría en el primer Papa latinoamericano.

Ordenado sacerdote en 1969, abrazó el carisma jesuita con una firmeza que lo llevó a ser Provincial en plena dictadura argentina. Le tocó navegar aguas turbias, y su figura generó adhesiones y polémicas por igual. Su estilo austero, su acento porteño intacto y su devoción por los pobres lo distinguieron como un cura de calle, incluso cuando ya usaba sotana blanca.

Su historia no fue la de un príncipe eclesiástico, sino la de un pastor obstinado. Y eso fue, hasta el final.

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