A 80 años del terremoto, el día en que San Juan quedó en ruinas y unió al país para su reconstrucción

A 80 años de aquel trágico suceso que dejó más de 10.000 muertos y hasta ahora el movimiento telúrico más destructivo registrado en el país. Las crónicas de aquella época. La solidaridad y el rescate de los sanjuaninos y una ciudad que desapareció bajo los escombros en pocos minutos.

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El tiempo se detuvo a las 20:52 aquel 15 de enero de 1944. La falla de la Laja, ubicada a pocos kilómetros de la Capital generó un terrible movimiento de la tierra que provocó la devastación total de la zona poblada.

Fue un atardecer de terror que sepultó a San Juan bajo escombros y a medida que pasaban los días se tomaba la verdadera dimensión del terremoto más destructivo que registra el país.

Con 7,4 grados de magnitud, dejó más de 10.000 muertos y 5.000 heridos. En medio del caos, los sobrevivientes buscaron refugio en la plaza 25 de Mayo, que fue el epicentro de las primeras acciones de la confundida población.

Allí, hasta la estatua del prócer Domingo Faustino Sarmiento yacía en el suelo, arrancada de cuajo por el poderoso fenómeno. Y entre una nube de polvo espeso que generaron los escombros, se desataron dos incendios, uno en la sede del diario Tribuna y otro en una rotisería, que lograron ser contenidos.

Los diarios de todo el país mantenían al tanto de lo que sucedía en los días posteriores a la catástrofe y el día después del desastre. Un cronista mendocino en San Juan informaba: “Así llegamos a la avenida San Martín. Los vecinos que habían escapado al terrible sino, se habían instalado en el paseo central. Llevaron hasta allí las cobijas que lograron rescatar. Junto a la luz de pequeñas hogueras habían colocado cuanto lograron salvar y se aprestaban a pasar la noche a la intemperie”.

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Los medios llevaban a otras provincias los relatos de dolor de los sobrevivientes: “Todo sería un espectáculo dantesco, de horrenda plasticidad que llenaría de admiración; sería eso y nada más. Pero entre tanta destrucción, entre tanto recuerdo sepultado, como para llevar al paroxismo la nota, todavía aparecían madres llevando a sus hijos con los rostros pálidos y las cabezas vendadas; hijos socorriendo a su padres un poco trastornados por el golpe; padres sollozando por los hijos que no pudieron salvar; hombres alimentando la esperanza de que el ser amado no haya perdido la vida bajo los escombros”... El camino hacia la zona de desastre era complicado porque el movimiento telúrico había dejado grietas por varios sectores de la provincia. “En el departamento de Pocito, ciudadanos convertidos por imperio del drama en agentes de tránsito, informaron a representantes de este diario acerca de la existencia de grandes grietas producidas a los costados de la ruta arbolada. En efecto, en Aberastain, las aberturas del suelo compacto se suceden de tramo en tramo, extensas y profundas”, señalaba una crónica del diario Los Andes, en la vecina provincia de Mendoza.

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Al poco rato del movimiento comenzó a llover torrencialmente, situación que duró varios días, y fue agravada por un frío inesperado, señala la página del gobierno de San Juan en una nota que recuerda el aniversario del terremoto. Y agrega: “Luego vino el tradicional calor del enero sanjuanino, el hedor de los cadáveres debajo de los escombros y su posterior cremación, ya sea a los costados de las calles o en el cementerio. Fue necesario evitar que se propagara la fiebre tifoidea”. Dos días habían pasado y mandaron a incinerar 3.000 cadáveres. “Ese día ardieron las piras más tristes de su historia”. A los diez días se realizó un funeral colectivo.

Cuando los heridos eran subidos al tren para ser atendidos

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En Mendoza, el hospital Central, que estaba en construcción, se inauguró de hecho con la llegada de los primeros heridos por el ferrocarril. “Pese a que aún no están instalados los sanitarios; con extrema urgencia deben armarse camas, trasladar elementos de otros hospitales e instalarse el sistema de luz eléctrica”, cuenta un médico de la vecina provincia.

Se habilitó un pabellón atendido exclusivamente por médicos y enfermeras de Santa Fe. También atendieron heridos en otros hospitales mendocinos estatales, como el Emilio Civit y Lencinas, incluso el hospital Español, de Godoy Cruz. En total, el ferrocarril Buenos Aires al Pacífico trasladó 16.000 heridos a Mendoza.

La tragedia sanjuanina puso en marcha un mecanismo solidario en el país sin antecedentes hasta ese momento y se iniciaron campañas y colectas particulares en todas las provincias. Pronto los envíos acuden desde todo el país. Chile y Perú, todo el continente se suma a la solidaridad, llegan envíos de la Cruz Roja de Estados Unidos.

A las pocas horas, el entonces presidente de facto, Pedro Ramírez anunciaba la reconstrucción de la ciudad de San Juan, mediante una importante inversión y la utilización de materiales resistentes a los sismos.

A a partir de aquí comenzó a tener gran protagonismo el coronel Juan Domingo Perón, por entonces secretario de Trabajo y Previsión del gobierno de la Revolución del 43. Y uno de los encuentros más famosos para recaudar fondos para los damnificados por el terremoto sanjuanino se hizo en el Luna Park, en Buenos Aires, el 22 de enero.

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El encuentro marcó un antes y un después de la historia política nacional, pues fue en ese sitio donde Perón conoció a Eva Duarte. Y partir de allí unieron sus vidas y su trabajo político y social que produjo grandes transformaciones en el país.

Una foto aérea del día después muestra la ciudad con apenas 30 a 40 construcciones en pie. El 80% de la edificación sanjuanina de abobe con techos de palos y caña fue convertida en escombros. 

El desafío era poner en pie la ciudad de 80.000 habitantes, así, tras los anuncios nacionales, se creó el Consejo de Reconstrucción de San Juan, con participación del Banco Hipotecario Nacional y el Instituto Provincial de la Vivienda .

En los próximos años se construirían más de 7.700 viviendas en la ciudad y algo más de 1900 en los departamentos cercanos. Esta reconstrucción tuvo en cuenta los estudios de materiales sismo resistentes y se inauguró una etapa que implicó un avance importante a nivel tecnológico relacionado a la construcción antisísmica. 

A partir de allí, surgieron entidades técnicas de alto prestigio. Entre ellos, el Inpres (Instituto Nacional de Prevención Sísmica). Su origen está en el Consejo de Reconstrucción, que decidió la instalación de las primeras estaciones sismológicas en provincias sísmicas, que luego se transformó en el Consejo Nacional de Construcciones Antisísmicas de Reconstrucción de San Juan. Finalmente, en 1972 la nación dispuso la disolución de ese consejo (Concar) y se creó por ley el Inpres, organismo descentralizado para llevar adelante la políticas de prevención sísmica.

A unos 20 kilómetros de la ciudad, en Albardón, se encuentra la famosa falla de La Laja, que originó el gran movimiento geológico producto de la interacción de dos grandes estructuras de roca y provocó el desastre de 1944. Se encuentra en el piedemonte suroriental de la sierra de Villicum.  Sobre un cerro de menos de 10 metros de altura, a unos 30 metros de la calle La Laja, en Las Lomitas, se encuentra la fractura geológica que está compuesta por rocas de millones de años y de otras más jóvenes.

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