Cronología del despido de Hugo Ibarra en Boca Juniors: los motivos, cuándo y por qué se tomó la decisión

Cómo maduró la decisión de echar al entrenador en la cabeza de Riquelme y el Consejo de Fútbol xeneize

Deportes - Fútbol 29 de marzo de 2023 sanjuanhoy sanjuanhoy

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Un viejo axioma futbolero dice que cuando los dirigentes de un club salen a respaldar públicamente al entrenador es porque le queda poco tiempo en su cargo. Algo así ocurrió tras el arranque del año deportivo para Boca Juniors: el equipo venía de sacar 4 puntos sobre 9 en juego y arrastraba las dos derrotas en las finales contra Racing por copas nacionales. Juan Román Riquelme le dio respaldo a Hugo Ibarra y expresó que “ojalá que siga 20 años”: a partir de eso, el Xeneize levantó con dos triunfos al hilo por Liga Profesional (Platense y Vélez) y alzó la Supercopa Argentina ante Patronato. Pero la suerte del Negro ya estaba echada y su salida se definiría a la brevedad.

El milagroso 0-0 contra Defensa y Justicia fue una montaña rusa de emociones. Boca pudo haberlo ganado y también perdido. Fue el principio del fin: en los compromisos posteriores -con derrotas incluidas- ante Banfield como visitante e Instituto de Córdoba de local se evidenció una apatía pocas veces antes vista en un equipo xeneize desde que Riquelme asumió como directivo a fines de 2019. Apenas se rescató un atisbo de rebeldía en el segundo tiempo frente al Taladro y el empuje en el epílogo del cotejo contra los cordobeses para buscar un empate que tampoco hubiera servido de mucho. Román, en su palco, colapsó. Las cámaras lo mostraron dejando el sector en medio del match. La decisión de echar al técnico empezó a madurar.

Algo definitivamente se había roto en el vestuario. El lazo entre el plantel y el cuerpo técnico estaba resquebrajado. El título de liga que se consiguió a fines de octubre de 2022 pareció estar mucho más lejano en el tiempo. Frente a rumores de cierto descontento de los jugadores con Ibarra, Leandro Gracián y Roberto Pompei por una supuesta “falta de herramientas” para afrontar cada encuentro, el DT decidió cancelar la jornada libre del lunes 20 y reunió a sus dirigidos para tener un careo esa misma tarde. Fue un manotazo de ahogado, un intento de hacer valer su historia en el club y dejar en claro su deseo de continuidad. Riquelme, quien por esas horas ya tenía su pasaje en mano rumbo a España para presenciar el partido de leyendas del Villarreal, le dejó su parecer al Consejo de Fútbol antes de embarcar: era un fin de ciclo.

Ibarra, que la semana anterior había tenido un inconveniente por un sangrado nasal que requirió una internación, lideró los entrenamientos previos al duelo por Copa Argentina ante Olimpo de Bahía Blanca con la cabeza en la guillotina. Incluso llegó a mencionarse que podía ser cesado en su cargo antes de afrontar esa cita. ¿Por qué no ocurrió eso? Solamente porque el Consejo aguardó por el retorno de Riquelme, que dio la cara en el Predio de Ezeiza y esta vez sí se implicó en el asunto de su despido (a diferencia del técnico anterior, Sebastián Battaglia, que fue notificado en una estación de servicio por el Patrón Bermúdez y el Chelo Delgado). Así como Román le había brindado todo su apoyo para tomar las riendas del plantel profesional y ratificó su respaldo durante el ciclo, ahora creyó pertinente estar presente en su salida. Su agenda impidió que Ibarra se fuera antes de tiempo.

“Si tienen información, habrá que preguntarle a la gente que la dio. Siempre pensé partido a partido, hacer el mejor trabajo como equipo. Después pensaremos en Barracas Central y todo lo que viene. Esa siempre fue mi manera de pensar”, fue lo que mencionó Ibarra en la conferencia de prensa anterior al duelo por 32avos de final de Copa Argentina en Chaco. Los integrantes del Consejo lo cruzaron toda esa semana, pero ensayaron su mejor cara de póker y contaron las horas para el regreso de Riquelme, que pasó un grato momento en Villarreal (viajó junto a su hijo Agustín) y luego cumplió con el itinerario de turno junto al secretario general boquense, Ricardo Rosica, en el evento del sorteo de la Copa Libertadores en Paraguay.

Consumada la ajustada clasificación en Copa Argentina de Boca, Ibarra dijo cuando le mencionaron que ya sonaban candidatos a reemplazarlo: “No soy un improvisado, viví muchos años en este club, eso es cosa de ustedes, háblense entre ustedes y solucionen los problemas entre ustedes”. Un día después, Bermúdez, Cascini y Delgado (que pegó una patada tremenda, de impotencia por haber recibido un manotazo en la cara) disputaron un superclásico senior en la provincia de Jujuy. Siempre en contacto con Riquelme, quien por esas horas estaba próximo a arribar a Asunción.

Román casi ni gesticuló al enterarse del accesible grupo de Libertadores que le tocó a Boca, pasó la noche en Paraguay y emprendió el regreso a Argentina pasado el mediodía de ayer. Arribó al aeropuerto de San Fernando justo antes de las 16, con mate y termo en mano, y una decisión tomada. Gambeteó a un puñado de periodistas que lo encararon en el recorrido desde el aeropuerto hasta su camioneta y se dirigió directamente al Predio de Ezeiza para reencontrarse con el CDF. Allí se había suspendido el entrenamiento vespertino que Ibarra y compañía habían planificado para complementar la práctica abierta de esa misma mañana. Oficialmente se informó que la cancelación fue debida a un choque en la Autopista Ricchieri que dificultó los accesos, aunque la decisión en realidad pudo haber tenido que ver con lo que se avecinaba...

Leandro Gracián fue el primer miembro del cuerpo técnico en arribar al Predio. Ibarra llegó atrás. La reunión no duró demasiado y tampoco existió espacio para réplica. Si la hubo, fue meramente para escuchar las sensaciones de la primera experiencia al mando de un plantel profesional del técnico saliente y por el respeto y estrecha amistad que mantiene con el Consejo, tal como aclaró Chicho Serna una y otra vez al comunicar la decisión ante los medios en la puerta del Centro de Entrenamiento.

Riquelme siempre ofició de escudo protector de sus laderos y entorno. Durante mucho tiempo absorbió críticas de los medios que le caían en su época de jugador (quizás más que al resto). Aprendió a sobrellevar esa situación, incluso con sorna puertas adentro. Así fue que cubrió a Ibarra ante la pregunta más recurrente a lo largo de toda su estadía en el banco azul y oro: “¿Por qué Boca juega tan mal?”. Román, a diferencia de lo que hacía con los pantalones cortos, la tiró afuera una y otra vez. “¿Qué equipo juega lindo en Argentina?”, repreguntó desafiante al periodismo y la crítica general. Pero uno de los verdaderos motivos de la salida de Ibarra de Boca fue justamente el pobre nivel de juego mostrado.

 

Serna, tratando de ser lo más sutil posible, expresó: “Todos siempre pretendemos que Boca juegue mucho mejor y no le encontraron la vuelta”. La falta de liderazgo y la poca llegada al plantel en el último tiempo fueron otras razones de despido. Ahora serán los jugadores quienes tendrán la lupa encima y bajo ningún concepto la directiva aceptará que no se exijan al 100% como creen que amerita la historia y el peso de la camiseta azul y amarilla.

Existe una idea base a la hora de buscar reemplazante de DT en Boca: que no sea del riñón del club. Así lo aclaró Serna, quien igualmente no descartó que se prolongue la estadía del cuerpo técnico interino conformado por Mariano Herrón (ex ayudante de Miguel Ángel Russo y Sebastián Battaglia) y Claudio Morel Rodríguez, que comandaban al equipo de Reserva, conforme no consigan al sustituto indicado. Irán por Gerardo Martino y José Pekerman, dos entrenadores de experiencia, que convivieron en planteles con mucho peso y están sin trabajo en la actualidad.

En año de elecciones y frente a uno de los desafíos más importantes de esta gestión presidida por Jorge Amor Ameal como lo es la cuarta edición de la Copa Libertadores en disputa, Riquelme está dispuesto a negociar su acceso total al vestuario del entrenador de turno para no cargar con reclamos en diciembre sobre las designaciones de técnicos a los que supuestamente puede manejar. El desafío para Román será ahora convencer del proyecto futbolístico y el esquema de trabajo al hombre que se cargue al hombro el sueño de todos los hinchas xeneizes: ganar la Séptima.

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