El escalofriante caso de “La Bestia”, el asesino serial que torturaba y abusaba nenes en rituales satánicos

En total, se cree que Luis Alfredo Garavito mató y masacró a más de 200 personas. Luego de casi una década llevando a cabo un modus operandi aterrador, fue detenido por la Policía mientras intentaba violar a un chico.

Mundo 23/06/2024

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Luis Alfredo Garavito recibió 50 condenas que sumaban un total de 1853 años de prisión.

Más de 200 personas. Esa es la cifra aproximada que corresponde a las víctimas de Luis Alfredo Garavito, a quienes no solo asesinó, sino que secuestró, violó y masacró sus cuerpos en rituales satánicos. La mayoría de ellos, eran chicos menores de edad, de entre 6 y 16 años, que se encontraban en situaciones de vulnerabilidad.

El caso de “La Bestia” o “El monstruo de Génova”, como lo apodaron los medios, fue el de uno de los asesinos seriales más peligrosos y escalofriantes de la década de los 90 en Colombia e, incluso, del mundo.

Sus múltiples crímenes se llevaron a cabo hasta el 22 de abril de 1999. Esa tarde, Garavito salía de un potrero ubicado en una zona rural del municipio de Villavicencio, en el departamento de Meta. Unas horas antes, había captado a un chico, a quien pretendía abusar sexualmente y luego asesinar, como a tantas de sus otras víctimas. Sin embargo, un hombre escuchó los gritos de auxilio del menor y atacó a su agresor a piedrazos.

Más tarde ese mismo día, la Policía lo atrapó cuando salía de su escondite en el medio del monte. En la comisaría, “La Bestia” estremeció a los oficiales al confesar 140 asesinatos que había cometido, aunque, un tiempo después, reconocería que esa cifra era mucho mayor.

Un sinfín de abusos

Luis Alfredo Garavito nació el 25 de enero de 1957 en Génova, un municipio ubicado en el centro oeste de Colombia. Fue el mayor de siete hermanos y creció en un contexto familiar complejo, ya que su padre era alcohólico y violento, mientras que su mamá le dio “poco cariño y cuidado” cuando era chico, según contó él mismo en entrevistas luego de su detención.

Crecer en ese contexto, lo llevó a ser una persona tímida e introvertida, a la que le costó socializar en la escuela. Pero todo empeoró cuando tenía 12 años y conoció a un amigo de su papá, quien comenzó a abusar sexualmente y a torturarlo. Según su relato, el hombre lo ataba a una cama, lo mordía en varias partes del cuerpo y lo quemaba con una vela. Estos hechos se extendieron por un período de dos años, hasta que la familia se mudó a Trujillo, al este del país.

Si bien Luis pensó que este sería un nuevo comienzo en su vida, nada sería como lo había imaginado. Una vez instalado en su nuevo hogar, conoció al sacerdote del pueblo y generó una gran confianza, ya que le contaba las situaciones de violencia que vivía en su casa. Sin embargo, un día, el religioso abusó de Garavito y se convirtió en otro episodio que lo marcaría para siempre. Años más tarde, en otra entrevista, confesó que cuando cumplió un poco más de 20 años, lo mandó a matar con un sicario.

Con el pasar del tiempo, los abusos que sufrió Luis derivaron en un comportamiento cada vez más violento y conflictivo. De manera que, a los 15 años, intentó abusar de un nene de cinco años en una estación de tren en Bogotá, aunque fue detenido al ser descubierto por un policía de la Guardia Civil.

Si bien fue liberado a las pocas horas, su padre se indignó ante lo que había pasado y lo echó de la casa, lugar al que no regresaría nunca más.

Los crímenes

A lo largo de su adolescencia, Garavito intentó mantener relaciones con algunas mujeres, aunque todas fracasaron. Ya con 18 años, el joven se había hecho adicto al alcohol y ya había intentado abusar a varios chicos menores de edad.

En un intento por dejar atrás a su familia y a su vieja vida, Luis se mudó y comenzó a trabajar en una panadería. De día, cumplía sus tareas laborales, asistía a reuniones de Alcohólicos Anónimos y visitaba a un psiquiatra, aunque, por la noche, iba a un parque cercano para contratar servicios de prostitución infantil.

A fines de los 80, Luis comenzó a secuestrar, torturar y abusar chicos para luego dejarlos en libertad. En ese momento, anotaba los detalles de cada víctima en una libreta azul y planificaba a la perfección su siguiente ataque.

Sin embargo, no fue hasta 1992 que llevó a cabo su primer asesinato. Una noche, al salir borracho de un bar, vio a un nene en situación de calle que le llamó la atención y le ofreció dinero a cambio de que lo guiara a un descampado. Una vez allí, lo violó y lo apuñaló varias veces. Luego escondió su cuerpo y se marchó.

Garavito era muy ordenado y detallista, por lo cual ideó un modus operandi totalmente aterrador. Antes de atacar, se hacía pasar por un vendedor ambulante, por religioso o indigente y siempre apuntaba al mismo perfil de víctimas: varones en situaciones de vulnerabilidad, entre 6 y 16 años, a quienes interceptaba en plazas, canchas de fútbol y paradas de colectivos. Una vez que lograba entablar una conversación con ellos, les ofrecía plata con alguna excusa que los llevara a un lugar alejado. Allí, ocurría el horror.

Entre más daño causaba, más placer sentía. Al principio, “La Bestia” asesinaba a sus víctimas con puñaladas en varias partes del cuerpo, pero con el tiempo comenzó a descuartizarlos y a hacer rituales satánicos. En ese entonces, se compró una tabla de la Ouija para utilizar durante sus crímenes y, según confesó años más tarde, su intención era “hacer un pacto con el diablo”.

Una confesión estremecedora y una condena eterna

Para 1994, la desaparición de chicos menores de edad comenzaba a ser algo frecuente. Los padres, desesperados, exigían a la Justicia que se abra una investigación al respecto, aunque no fue hasta 1998 que un hecho llamó la atención: tres nenes de 9, 12 y 13 años fueron encontrados muertos en una finca ubicada en Génova. Las víctimas presentaban “signos de tortura y desmembración de algunas de sus extremidades”, de acuerdo a lo que detalló la Fiscalía en aquel entonces.

Casi un año más tarde, el 22 de abril de 1999, un hombre que se encontraba en una zona rural de la localidad de Villavicencio, escuchó gritos en una zona cercana. Luego de inspeccionar el área, encontró a un nene que estaba desnudo y atado de manos y pies. En ese momento, un hombre intentaba abusarlo, por lo que lo atacó a piedrazos para rescatar al chico.

Luis Alfredo Garavito se escapó de la escena y se escondió en un monte, mientras que, en paralelo, el hombre llevó al niño a una comisaría y denunció el hecho ante las autoridades. Rápidamente, tres oficiales acudieron a la zona en la que había ocurrido el episodio y lograron capturar al abusador.

Para ese momento, la Policía Nacional llevaba a cabo una extensa investigación de 140 asesinatos en más de once departamentos de Colombia. Cada uno de esos casos, presentaba similitudes en el modus operandi del ataque: marcas de ataduras en las muñecas y los tobillos, fracturas en la zona de las costillas y la cabeza separada del cuerpo.

Por este motivo, Garavito fue indagado durante más de ocho horas en el marco de esta causa, donde, finalmente, confesó haber sido el autor de dichos crímenes e incluso dio detalles de los lugares en donde había dejado a muchos de los cuerpos.

“La Bestia” recibió 50 condenas por acto sexual, homicidio, secuestro simple e incendio culposo. En total, sumaba 1853 años tras las rejas.

Sin embargo, la sentencia no fue el fin de su repercusión en los medios. En 2016, en una entrevista con el periodista español Jon Sistiaga, expresó: “Cometí una serie de conductas que infringen las normas penales y las morales. Soy un ser humano como cualquier otro con fallas, pero no soy peligroso. Lo importante es que eso ya pertenece a un pasado. Para el hombre no tendré perdón, para Dios sí”.

Luego de pasar más de 20 años en la cárcel, el 12 de octubre de 2023, Luis Alfredo Garavito murió de cáncer a los 66 años en un hospital de Valledupar.

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