Federico Bal en Segunda Generación: “El desafío para mí fue hacer una carrera por fuera de los escándalos”

El actor, director y conductor de televisión pasó por el nuevo ciclo de Infobae, que aborda la experiencia de crecer y desarrollar una vida autónoma con la herencia de portar un apellido reconocido. El hijo de los prestigiosos artistas Carmen Barbieri y Santiago Bal contó cómo vivió la exposición mediática de sus padres, que aprendió de sus experiencias en el amor, su lucha contra el cáncer y el show business.

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Con 34 años, Federico Bal cuenta con vasta experiencia en los escenarios y en los medios. Su vida transcurrió en las tapas de revistas y en los programas de espectáculos, a raíz de la popularidad de sus padres Carmen Barbieri y Santiago Bal. Pero lejos de rechazar ese legado, lo hizo parte de él.

Fede eligió la misma carrera que sus papás, considerándolo parte del destino. Y aún con las dificultades que implica esta profesión y llevar una vida pública, agradece haber nacido en una familia de artistas porque mamó desde muy joven la gloria del éxito, aprendió a lidiar con los fracasos y a salir adelante en cualquier situación.

— ¿Quién es Federico Bal?

— Podría decir que es un argentino, de 34 años, amante del buen vivir, de poder disfrutar todos los días como si fueran únicos e intentar dejar un buen legado. Creo que también algo de este apellido que tengo tiene cierta responsabilidad de que pueda divertir y que a la gente le pueda dar buenos momentos. Un poco mi camino es ese. Soy un actor en crecimiento, un conductor con mucha ambición, un buen amigo, un buen asador… Creo que soy un buen hijo también. Todo eso.

— ¿Y qué se dice de Federico Bal y qué se debiera decir?

— Es feo hablar en tercera persona. Pero de Federico Bal creo que se dicen muchas cosas que no son, se inventa mucho en torno a mi vida amorosa, relaciones. Hay mucho que es verdad y mucho que es mentira. Creo que se diga lo que se pueda decir de mí está bien, yo entiendo el lugar que ocupo en esta profesión y no me frustro y tampoco me agarran estas tristezas o angustias. Si algo dicen que no es real, trato de vivir la vida un poco más afuera. ¿Y qué debería decirse? Lo que quieran. Yo no siento que tiene que decirse algo especial de mí. Me gustaría que lo que se hable de mi sea más enfocado a mi laburo, a mi crecimiento, a lo que estoy realmente trabajando porque es algo que me enorgullece mucho y conseguirlo con mis 34 años es una gran meta que me puse. Pero se habla más de mi vida privada y también vivo con eso, así que díganlo que quieran. Está todo bien.

— ¿Cómo es ser el hijo de Santiago y Carmen?

— Es maravilloso con todos sus beneficios y los momentos donde hay que afrontarlo y ponerle el pecho. Nací en una familia de mucho drama. Son artistas y pude entender de primera mano lo que es ser un actor, lo que es tener buenos y malos momentos, lo que es pasar bastante hambre y lo que es que te vaya bien y que no se te vuelen los patitos.

— ¿Por qué elegiste la misma profesión que tus padres?

— Porque creo que estaba escrito. Algunos me dicen “Santiaguito” en el barrio, otros “Carmencito”; y a mí me da orgullo que me digan eso. Lo que ellos me dieron lo elijo una y mil veces.

— ¿Cómo fue tu infancia?

— Fue increíble. Tuve la mejor infancia del mundo. Lo que no fue normal es que todo pasaba en un estudio de tele o entre camarines de teatro de revistas y no era muy normal criar a un hijo entre mujeres desnudas, plumas y bailarines. Creo que tuve una gran escuela de ver a mis viejos todo el tiempo trabajar. Vivir en un estudio de tele me hizo amarla y odiarla al mismo tiempo porque todo era hablar de cine, teatro y tele; y no había otro tema. Por momentos, yo quería hablar de otra cosa y ellos me decían: “Es lo que somos. No podés quejarte de esto”.

Con respecto a los consejos que recibió de sus padres para llevar adelante su carrera, Fede recordó que “tener palabra” fue una de las primeras enseñanzas que le dieron. “La palabra es más que un contrato, más que una firma. Cuando uno tiene palabra en esta profesión llega lejos”, sentenció.

<b>“Nací en una familia de mucho drama. Son artistas y pude entender de primera mano lo que es ser un actor”</b>

En medio de los flashes, como familia vivieron tiempos difíciles. Uno de ellos fue la separación del matrimonio entre Carmen y Santiago. Su ruptura fue pública y durante meses estuvo expuesta en los medios de comunicación. Eso repercutió fuertemente en sus vínculos internos.

“La separación de mis viejos me dolió muchísimo. Yo era dentro de todo grande. Tenía 22 años, pero lo sufrí como un niño de 5. Se separan tus viejos y se te rompe el corazón”, explicó.

Ante esta dura situación que le tocó vivir, Fede señaló que la experiencia le sirvió como “una gran enseñanza” sobre no exponer la intimidad de las relaciones y ejemplificó que, ante la posibilidad de ser padre en un futuro y tener que separarse, buscaría la manera de evitarle ese dolor a sus hijos.

— ¿Cómo te enteraste de la separación de tus papás?

— Por un mensaje de mi vieja. Me llama y me dice: “Encontré un mail”. Fui a la casa y estaba en un estado de mucha angustia. No me voy a olvidar más ese momento. Tuve que llevarla a una clínica porque le bajó la presión. Papá admitió que estaba mandándose mensajes con otra chica. Fue todo muy feo. Además, se supo lo que pasaba a los 10 minutos porque llegó Carmen Barbieri con un ataque de presión a una clínica y enseguida estaba toda la prensa en la puerta. Había fotógrafos, gente que pasaba y sacaba fotos. Fue todo muy extremo.

— ¿Qué sentís que heredaste de tu papá?


— Heredé cosas en las que estoy trabajando todo el tiempo en terapia, las hablo mucho y las exteriorizo para entender que son cosas que trae mi viejo y que no son mías. Al mismo tiempo, me hago cargo de lo que hago. Soy una persona grande, tengo 34 años. Sería muy fácil caer en el lugar de decir: “Esto es de mi viejo”. Y seguir haciéndolo, pero hay cosas en las que me parezco a mi viejo y otras en la que soy muy distinto.

<b>“La separación de mis viejos la sufrí como un niño de 5 años. Se me rompió el corazón”</b>
— ¿Te gustaría ser papá?

— Siento que no estoy todavía capacitado para ser padre. Amo a los niños, me pasa algo con los niños que conecto mucho con los bebés, pero no míos. Tal vez sobrinos de otros, pero me pasa que siento que estoy todavía viviendo un momento de mi vida bastante mágico y fuera del país con el programa que estoy conduciendo y hay algo ahí que me pasa que no sé cómo entraría un hijo en mi vida en este momento. Pero creo que es algo que va a pasar y mi vieja va a estar muy feliz, va a ser una gran abuela.

— Cuando pase eso, que va a pasar seguramente, ¿qué cosas no harías que hicieron tus padres con vos? ¿Qué no repetirías?

— Mis viejos me dieron una educación increíble, me abrieron su corazón, me dieron de verdad una cantidad de estímulos y enseñanzas maravillosas, pero hay algo de su separación que si el día de mañana con la mujer que elija para que sea la mamá de mi hijo yo siento que la relación no da para más, creo que la enseñanza también grande es que no se exponga todo lo que fue la separación de mis viejos, que me dolió muchísimo.

En el ámbito del amor y las relaciones sentimentales, Fede Bal experimentó sus propias historias que no escaparon de la atención del público. En la actualidad, se encuentra en una relación y adaptó un perfil más discreto en cuanto a su vida personal. Afirma haber alcanzado un equilibrio, aunque reconoce que sigue trabajando en diversos aspectos de su vida, a través de la terapia, para encontrar su mejor versión.

“Me cuesta generar un vínculo y tener una novia que no sea del medio porque yo hablo mucho de esto. Mi vida está muy marcada por la tele, por el teatro, por los proyectos. Es muy difícil a veces tener una pareja que no tenga nada que ver con este mundo tan hermoso y difícil por momentos”, reflexionó.

<b>“Es muy difícil tener una pareja que no tenga nada que ver con este medio”</b>
— ¿Alguna vez traicionaste o fuiste traicionado?

— Me han traicionado y he traicionado. El dolor se siente igual. Muchos piensan que si uno traiciona no te duele tanto. Creo que te duele hasta peor. La traición es dura. Y no es lo mismo que infidelidad porque traición va de la mano de infidelidad, pero siento que son dos cosas distintas.

— ¿Sufriste por amor?

— Sí, sufrí muchísimo por amor. Hice sufrir también mucho y me arrepiento, pero nada fue consciente creo. Nada fue adrede. De cada pareja que tuve aprendí muchísimo y se me rompió el corazón en cada despedida, en cada infidelidad mía o de ella. Me ha pasado de todo o bastante en estos 34 años y me siento totalmente vulnerable al hablar de esto porque me toca en un lugar de culpa o de cosas que todavía trabajo en terapia.

<b>“De cada pareja que tuve aprendí muchísimo y se me rompió el corazón en cada despedida, en cada infidelidad”</b>

— ¿Qué es lo más difícil del show business?

— Creértela. Cuando empezás a creértela, perdés los pies sobre la tierra. Hay que entender que todos somos iguales: lo que estamos delante de cámara y los de atrás. No seríamos nada el uno sin el otro. Lo mismo ocurre en un escenario. No existe el público si no existe un artista; y el artista no existe sin el público. Cuando yo salgo de escena, me saco el maquillaje e intento que ese personaje quede ahí.

— ¿Cuál fue la mayor mentira que se dijo de Federico Bal?

— Muchas veces dicen que no me importa nada. Tratan de describirme como alguien que hace lo que quiere y que no le importa nada. A mí me importa mucho. Trato de hacer todo lo que quiero y trato de ser feliz las 24 horas de mi día, pero hay muchas veces que me importa un montón las cosas que dicen. Es muy feo que digan de mí como que no me importa nada porque me importa más de lo que la gente piensa.

— ¿Cómo manejas el prejuicio de que digan “es el hijo de”?

— Yo los admiro mucho a mis viejos y me encanta que me digan que soy “el hijo de”, no termina siendo una mochila que me pesa, tal vez al principio cuando empezaba en esta profesión fue un poco más difícil. Hoy creo que es una virtud, que me abrió muchas puertas, me cerró otras y me hizo entender esta profesión desde dos personas que han hecho mucho y que siguen haciendo. Mi vieja sigue haciendo y se sigue reinventando. Tengo unos padres y un camino bastante marcado.

—¿Qué fue lo que más te costó y qué puertas te cerraron?

— Al ser hijo de Carmen y Santiago, dos figuras sumamente populares de nuestro país, te pone en un lugar donde tal vez una comedia dramática o un musical, son propuestas que no te llegan. Como que estás más para una comedia pasatista, de verano, algo más mediático o salir de en programas de chimentos o en el programa de Marcelo Tinelli, que para mí fue un despertar. Amo el “Bailando”, lo sigo viendo hoy aunque estoy en canal 13 y me encanta. Pero pasa algo con ese universo de que el mundo snob de la comedia musical o del teatro como muchos dicen “en serio”, no te miran ni te llaman. Pero gracias a Dios la vida es muy buena conmigo y estoy en este momento protagonizando la comedia musical “Kinky Boots”, éxito en Broadway. Y de golpe, puedo romper esas barreras que, por momentos yo mismo me las puse y muchos productores sentían que yo no podía participar en ese tipo de obras. Además estoy conduciendo también un programa de viajes, cero mediático, cero farándula, un programa que sólo es de servicio y es de culto. Muestra los países, las ciudades del mundo, entonces ahí estoy rompiendo esas barreras mías y también las creadas.

— ¿Te acordás cuál fue la primera barrera que pudiste atravesar en lo laboral?

— Creo que la primera barrera que sentí en el trabajo fue poder salir del “Bailando”. Haber ganado un show increíble con una cantidad de rating y unos números que no son los de la tele de ahora, y a partir de eso poder hacer una carrera en teatro, en cine, en tele, por afuera de los escándalos. Hoy en día puedo sentarme acá en esta nota y no hablar de mi vida privada porque no va tanto por ahí la entrevista y no está pensada en a ver con quién estoy de novio y con quién quisiera estar. Hay algo de importancia fuerte en mí, hay un trabajo que es a diario de que el contenido y las preguntas que se me hagan no sean siempre involucrado a mi estado sentimental, amoroso. Esa es una de las barreras más grandes que tengo que seguir trabajando.

— ¿Hoy cuál es tu mayor ambición?

— Mis ambiciones bajaron mucho. Tuve una enfermedad grande, tuve cáncer hace unos tres, cuatro años. Después de eso, cuando uno tiene una enfermedad bastante grande y puede curarse, sanarse, hay algo que la ambición baja enorme. Queda muy chiquita, está en el día a día de ser feliz, está en poder bajar justamente la ambición de querer siempre más. Quiero disfrutar un poco más de lo que conseguí, de lo que tengo. Me gustaría seguir creciendo en el teatro, en la tele y dirigir mi película. Estoy escribiendo una peli, estoy en momento de mucho trabajo y con un crecimiento enorme. Pero tengo la ambición de ser una persona que disfruta lo que tiene y no piensa tanto en el mañana. Creo que lo que tenemos es solamente hoy, que es el presente. Ser agradecido, consciente de lo que tengo y proyectando una vida maravillosa, desde el lugar de agradecimiento y de estar feliz.

— ¿Qué legado te gustaría dejar en la próxima generación?

— Un legado es muchísimo. No sé si estoy capacitado para dejar un legado en la próxima generación, lo que sí siempre me ocupé es de bajar esta línea de hacerse los estudios, de escuchar al cuerpo. Vengo de una enfermedad que fue grosa y está bueno poder tener esta llave para hablarles a la gente joven. No hace falta tener 40, 50 años para empezar a hacerse estudios. Está bueno siempre escuchar al cuerpo, entender que un estudio a tiempo te salva la vida. Hay que hacer lo que uno quiere para ser feliz, intentando no lastimar a nadie. Abrazar a los papás, a los abuelos, a los hermanos. Mi familia es mi norte. No hay mucho más.

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