Este lunes comienza el juicio a un hombre que fue detenido en Ezeiza luego de viajar a Madrid para asesinar a su expareja y a sus hijos. La Justicia española le puso una pulsera electrónica cuando la mujer lo denunció, pero se la quitó para escapar a la Argentina. Sobre el agresor pesan varias denuncias por maltrato en este país.

El historial de violencia había comenzado en 2011, lo que obligó a la mujer a emigrar con sus hijos para estar a salvo. Sin embargo, descubrió a fines de mayo que su exesposo la había encontrado y planificaba atacarla.

El acusado, identificado como Carlos Marcelo Di Stefano, fue detenido en Madrid luego de que la mujer lo denunciara el 26 de mayo. Alejandra había encontrado un celular con 50% de batería en su garaje y descubrió que alguien lo había pegado con cinta doble faz debajo de su auto para seguirla con el GPS. No tuvo dudas de que se trataba de Di Stefano.

Alejandra descubrió que su exesposo había pegado un celular a la parte de abajo de su auto para rastrearla. (Foto: Gentileza Vía Szeta)

La policía investigó la procedencia del teléfono y descubrió que, efectivamente, Di Stefano había usado su pasaporte argentino para comprarlo y dar de alta una tarjeta prepaga en el celular. También encontraron que había llegado a España el 24 de abril y se había hospedado en un hostal los primeros tres días. Luego, alquiló un auto y se dirigió a Pozuelos de Alarcón, donde vive la denunciante.

Según consignó el portal Encripdata, el acusado tenía fecha de regreso para el 30 de mayo. Cuando se enteró de que el celular estaba en la comisaría, intentó escaparse y volver antes a la Argentina, pero fue detenido en el aeropuerto de Barajas.

Las autoridades españolas le pusieron una pulsera electrónica y le prohibieron acercarse a Alejandra y sus hijos menores de edad “en un radio no menor a mil metros, así como en la misma distancia a su domicilio, su lugar de trabajo o cualquier lugar en el que esta se encuentre”. Le prohibieron comunicarse con ellos por cualquier vía y tampoco tenía permitida la entrada y permanencia en Pozuelos de Alarcón.

Sin embargo, Di Stefano se quitó el dispositivo electrónico y consiguió volver al país, pero las autoridades argentinas fueron alertadas y lo aprehendieron en Ezeiza el domingo.

Denuncias por maltrato y órdenes de protección
Alejandra se separó de Di Stefano en 2011 y al poco tiempo, comenzó su calvario. Un día, él se apareció en la casa de su exsuegra con un arma con la intención de hacerles daño a ella y los tres hijos que tuvieron juntos. No lo consiguió, así que se cortó un dedo y escribió con su sangre la palabra “p*ta” varias veces en la fachada.

En ese momento, fue condenado a un año y siete meses de prisión en suspenso y tres años de restricción de contacto con su familia. Di Stefano no cumplió con la prohibición, por lo que le aumentaron la pena dos meses.

Alejandra hizo 30 denuncias por malos tratos y consiguió 12 órdenes de protección para un total de 800 días. También asegura que su exesposo le debe 13 millones de pesos de la manutención de sus chicos.

Cuando el juzgado de Familia Nº 5 de San Martín le otorgó la custodia completa sobre sus tres hijos -que ahora tienen 20, 18 y 14 años-, Alejandra se mudó a España. Además, tiene otros dos hijos, de 8 y cinco años, con su nueva pareja. Había continuado con su vida hasta este nuevo episodio.

“Esta persona no solo violó el sistema penal argentino al irse del país, sino que ahora también violó el sistema penal español. Por eso el miedo de la víctima y de toda su familia. Esta persona tendría que haber dejado la pulsera electrónica en España y se podría haber retirado del país porque estaba bajo proceso por el hecho de acoso, que es un delito menor, aunque se está siguiendo la investigación por un delito muchísimo más grave, que es la tentativa de homicidio”, declaró en diálogo con Encripdata Jorge Cancio, el abogado de la familia de Alejandra en Buenos Aires.

Este lunes, Di Stefano enfrentará un nuevo juicio por amenazas agravadas reiteradas, incumplimiento de los deberes de asistencia familiar e insolvencia fraudulenta.